El amor de Dios no tiene fecha de caducidad. Aun cuando nuestras promesas de fidelidad se rompen, Él continúa amándonos. Aun cuando nuestros autos, juguetes y hogares se desgastan, Él continúa amándonos. Aun cuando nuestras células mueren, Él continúa amándonos. Aun cuando la tecnología avanzada no logra consolar el corazón herido, Él continúa amándonos. Aun cuando buscamos vida y propósito en lugares áridos, Él continúa ofreciéndonos el perdón y la vida que Jesús ganó para nosotros. Después de todo, «Su amor perdura para siempre» (Salmo 136:26).
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Oración: Señor Dios, tú sustentas la vida y eres mi refugio. Gracias por tu amor. En el nombre de Jesús. Amén.