El ganador dijo: «Tenía mucha confianza». Tener confianza parece ser un elemento importante para ganar en los deportes. Esta confianza es el resultado del esfuerzo y mucho entrenamiento. Sin embargo, en nuestra relación con Dios, la confianza no puede estar en nosotros mismos. Hablando con algunos «que confiaban en sí mismos como justos y despreciaban a todos los demás» (Lucas 18:9), Jesús contó una historia para mostrar cuál es la actitud más apropiada que una persona debe tener ante el Creador. En ella, un hombre se humilla diciendo: «¡Dios, ten piedad de mí, pecador!» (Lucas 18:13), y regresa a casa en paz con Dios. Arrepentidos de nuestros pecados, miramos a la victoria de Jesús sobre la muerte y, perdonados, recibimos la victoria eterna. No hay entrenamiento ni esfuerzo propio que pueda traer paz al alma. Jesús lo hace. Confía en Él.
Lee Lucas 18:9-14 en tu Biblia
Oración: Señor Dios, ten piedad de mí, pecador. Amén.