Aquel cuya alma no es recta, es arrogante; pero el justo vivirá por su fe (Habacuc 2:4).
¿Alguna vez has esperado algo sin tener garantías? Como cuando siembras una semilla sin saber si brotará, o mandas una solicitud de trabajo sin saber si te llamarán. Una vez mi suegra me dijo algo que nunca se me ha olvidado. Hablábamos de su hijo (hoy mi esposo), que en su juventud se alejó bastante de Dios. Ella, con una paz que no entendía en ese momento, me dijo: “Yo camino por fe, no por lo que veo”. Y no lo dijo con resignación, sino con esperanza.
Habacuc vivió en tiempos de violencia, injusticia y corrupción. Clamó a Dios buscando respuestas, y Dios le respondió que la arrogancia del hombre no prevalecería, pero que el justo viviría por su fe.
Recordamos que caminamos por fe, y no por vista, en la paz del perdón de Cristo.
Y esa fe no es algo que tú o yo podamos fabricar. Es un regalo de Dios. Jesús mismo vivió por fe perfecta, confiando en su Padre hasta la Cruz. Y por Su obediencia, ahora tú y yo somos considerados justos. Cuando tu fe tambalea, Jesús te levanta con Su perdón. Cuando no puedes ver el camino, Él te guía con su Palabra. Y cuando no puedes más, Él te alimenta con Su cuerpo y sangre, dándote fuerza para seguir.
Mi suegra oró años por su hijo. Nunca vio cambios rápidos. Pero confió. Hoy ese joven rebelde es un pastor que ha predicado a Cristo por más de 20 años. Dios hizo la obra. No por vista, sino por fe.
Así que, si hoy estás sembrando, esperando, o caminando a ciegas, no te desanimes. Cristo ya caminó por ti. Él te acompaña y te capacita a vivir por fe.
Para reflexionar
*¿Cómo cambia tu perspectiva diaria saber que eres justo por la fe en lo que Cristo ya hizo por ti?
*Cuando no ves el camino, ¿cómo te recuerda Habacuc que tu seguridad está en Cristo y no en lo que ves a tu alrededor?
Diaconisa Noemí Guerra
Padre nuestro, gracias por darnos fe y por declarar justos a los que confían en lo que Cristo hizo por nosotros. Enséñanos a vivir por esa fe. En el nombre de Jesús. Amén.