Devociones de Adviento

Miércoles, 1 de diciembre

Descendiente de Abrahán

Tu descendencia será como el polvo de la tierra, y te esparcirás hacia el occidente y el oriente, hacia el norte y el sur. En ti y en tu simiente serán bendecidas todas las familias de la tierra. (Génesis 28:14)

Sabemos que Jesús es la descendencia prometida de Abrán, ahora conocido como Abrahán. Él es aquel de quien Dios dijo que sería de bendición para todas las familias de la tierra. Pero ¿qué significa ser descendiente de Abrahán?

En primer lugar, significa ser descendiente de un hombre que, según toda lógica, nunca iba a tener hijos. Significa también que es un milagro nacido por la promesa de Dios, una bendición inesperada, ¡un niño que podría crecer para hacer cualquier cosa! Algo maravilloso y extraño. Jesús es todo eso.

Pero significa más. Significa ser el descendiente de un hombre de fe, un hombre que dejó todo y arriesgó todo solo porque Dios se lo dijo, y que vivió para ver al menos algunas de las promesas más locas de Dios hechas realidad. Jesús también hizo eso. Después de todo, él es aquel que bajó del cielo para convertirse en hombre. ¿Por qué? Porque Dios Padre se lo pidió.

Y significa todavía más. Significa ser la bendición que pondrá fin a la antigua maldición sobre toda la humanidad y que nos sacará del poder de la muerte y las tinieblas. Significa ser aquel que “quitó la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio”

(2 Timoteo 1:10b) mediante su propia vida, muerte y resurrección.

Gracias a Jesús, todas las familias de la tierra tienen la oportunidad de ser la familia de Dios, de nacer del Espíritu Santo, de convertirse en la descendencia de Dios. Jesús mismo nos dice que Abrahán vio su venida y se alegró (ver Juan 8:56). ¡Nosotros también nos alegramos!

Amado Padre, gracias por tu Hijo Jesús, quien nos hace tus hijos. Amén.

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(Devocional extraído de la serie: Hijo de la promesa – www.paraelcamino.com)