Devociones de Adviento

Jueves, 16 de diciembre

La promesa cumplida

Y la Palabra se hizo carne, y habitó entre nosotros, y vimos su gloria (la gloria que corresponde al unigénito del Padre), llena de gracia y de verdad … Ciertamente de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre gracia. La ley fue dada por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo vio jamás; quien lo ha dado a conocer es el Hijo unigénito, que está en el seno del Padre. (Juan 1:14, 16-18)

Después de tantos, tantos años, sucedió. Ocurrió en silencio, oculto dentro del cuerpo de una joven. Dios se convirtió en un ser humano, el más diminuto de los humanos, deslizándose silenciosamente en la historia de la humanidad sin fanfarrias ni reflectores. Pasarían nueve meses antes de que alguien viera su rostro. María sería la primera en conocerlo. ¿Era activo o callado, bullicioso o tranquilo? ¿Pateó mucho? ¿Le gustaba el movimiento o el canto? ¿Cómo era Jesús antes de nacer?

María no nos dejó ningún registro. Pero hubo mucha gente que nos dijo cómo era Jesús después de su nacimiento y cómo es in- cluso hoy. “Lleno de gracia y de verdad”, dice Juan. “La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.

¿Qué clase de persona es él? Es una persona llena de gracia. Es bondadoso y misericordioso, ama a quienes no son amados y da la bienvenida a quienes no son bienvenidos. Aunque es puro y santo, lo vemos dando la bienvenida a personas de mala reputación. Los niños pequeños se acercan a él. Los leprosos y los extranjeros reciben su atención y ayuda. Nadie es demasiado insignificante para él.

Él es la gracia que camina, habla y respira. Él es la gracia que muere y resucita. Él es Jesús, la imagen del Dios invisible, nuestro Salvador.

Querido Señor, gracias por tratarme con amor y gracia. Amén.

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(Devocional extraído de la serie: Hijo de la promesa – www.paraelcamino.com)