Lunes, 27 de diciembre
La señal
Pero el ángel les dijo: “No teman, que les traigo una buena noticia, que será para todo el pueblo motivo de mucha alegría. Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: Hallarán al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre”. (Lucas 2:10-12)
Las señales nos dicen cosas. ¿Cómo sabrían los pastores que habían encontrado al Salvador, a Cristo el Señor? ¿Cómo sabrían cuando habían encontrado al Mesías, el Santo, el Hijo del Dios viviente? Lo sabrían cuando vieran la señal: un bebé envuelto en pañales y acostado en un pesebre.
Es un contraste bastante sorprendente. ¿Por qué escogió Dios cosas tan humildes y humanas para destacar a su amado Hijo Jesús? ¿Por qué no una columna de fuego o un coro de ángeles cantándole a Jesús para hacerlo dormir? Eso hubiera sido algo más apropiado para su gloria.
Quizás Dios eligió esa señal porque es la clave de todo lo que Jesús vino a hacer: Él “se despojó a sí mismo y tomó forma de siervo, y se hizo semejante a los hombres; y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, y muerte de cruz” (Filipenses 2:7-8).
El Hombre que daría su vida por la humanidad comenzó de la misma manera que el resto de la humanidad: un bebé envuelto en pañales acostado en un pesebre prestado. Así nos muestra lo mucho que nos ama.
Querido Señor, gracias por participar en mi humanidad para que yo pueda participar en tu vida y en tu gloria. Amén.
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(Devocional extraído de la serie: Hijo de la promesa – www.paraelcamino.com)