Ver una ambulancia corriendo entre los coches, abriéndose paso con la sirena a todo volumen, nos hace pensar que alguien está en apuros: un joven motociclista que ha sufrido un accidente, una persona mayor con problemas de corazón, una mujer embarazada de parto. Y dejamos espacio para que la ayuda llegue lo más rápido posible.
Al enviar a Jesús, Dios vino a traer la ayuda que necesitamos, con el perdón de los pecados y la salvación. Y podemos confiar en él, como el salmista que exclama: «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en los momentos difíciles» (Sal 46,1). Cualesquiera que sean nuestras emergencias y aflicciones, Dios es nuestro refugio y fortaleza. No te preocupes: no hay semáforo en rojo ni atasco que pueda impedir que Dios llegue a ti y te traiga ayuda.
Lea el Salmo 46 en su Biblia
Oración: Padre querido, quédate conmigo en todo momento. Por Jesús. Amén.