Martes, 21 de diciembre
Misericordia
María, la madre de Jesús, estaba comprometida con José, pero antes de unirse como esposos se encontró que ella había concebido del Espíritu Santo. José, su marido, era un hombre justo y quiso dejarla secretamente, pues no quería denigrarla. Mientras José reflexionaba al respecto, un ángel del Señor se le apareció en sueños. (Mateo 1:18b-20a)
José está sorprendido por la noticia de que su prometida está embarazada de otra persona. Entonces, ¿qué hace? Al parecer, se va a su casa, se acuesta en su cama y piensa. Al menos, eso es lo que podemos deducir del hecho que luego se duerme y ve a un ángel que le dice la verdad sobre María y la gloriosa noticia sobre Jesús.
Pero ¿cuántos hombres en su posición se hubieran enfurecido y gritado, dejando que todo el vecindario supiera la situación? ¿Cuántos habrían tomado una decisión rápida en ese mismo momento, para dolor de todos?
Sin embargo, José no es así. Él piensa y ora. Se toma el tiempo para considerar, no solo su propio futuro, sino el de María. José es un hombre justo y también misericordioso. Deja tiempo entre la noticia y la decisión. Y durante ese tiempo, Dios lo alcanza. José me recuerda a Dios Padre.
Porque Dios también tuvo malas noticias una vez y tuvo que considerar qué hacer al respecto. Sus amados seres humanos se habían rebelado contra él, habían escuchado al diablo, se habían quebrantado a sí mismos junto con su mundo. Y Dios respondió con misericordia. Envió a Jesús para que fuera uno de nosotros, un ser humano. Vivió con nosotros, nos sirvió y cuidó, y dio su vida por nosotros. A través de su muerte y resurrección, él nos devolvió a Dios el Padre, ya no rebeldes, sino ahora hijos amados.
Amado Señor, gracias por ser paciente y misericordioso con nosotros, porque nos amas. Amén.
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(Devocional extraído de la serie: Hijo de la promesa – www.paraelcamino.com)