A menudo, cuando un equipo de fútbol comienza una temporada, hay promesas de muchas victorias. Si el equipo no lo está haciendo bien, puede haber un cambio de entrenador. Y luego, surgen más promesas de victoria. Pero no hay garantía de que las promesas se hagan realidad y conviertan al equipo en un ganador. Con Jesús es diferente: sus promesas siempre se cumplen, están presentes y no son solo un intento de un futuro mejor. El pueblo de Dios experimenta la alegría de escuchar siempre de nuevo las promesas que vienen del Padre.
¿Quieres una victoria garantizada? ¡Confía en Jesús!
Oración: Salvador Jesús, en mis aparentes derrotas en este mundo, abre mis ojos a tus promesas. En tu nombre. Amén.
Lea en la Biblia: 2 Tesalonicenses 2:1-17